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El Chelsea ha ganado su segunda Copa de Europa de su historia tras vencer 0-1 al Manchester City en Do Dragao con un tanto de Kai Havertz a los 42 minutos. Los «Blues» fueron muy superiores a su rival, manejando los registros necesarios en cada instante del juego para sacar ventaja y llevarse una nueva gloria europea, que ya logró en 2012. Ahora de la mano de Thomas Tuchel, vuelve a dominar el viejo continente.
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— UEFA Champions League (@ChampionsLeague) May 29, 2021
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La tercera final inglesa en la historia de la Champions, se comenzó a decidir muy pronto, desde el mismo inicio con la gran intensidad de juego que tuvo el conjunto londinense consiguiendo anular el bloque creativo y ofensivo de un oponente que tuvo más el balón a lo largo del juego (58 % a 42 %) aunque sin crear mayor peligro. El City fiel a su estilo, movió el balón de un lado hacia otro en busca del espacio que nunca encontró, el que sí lo halló fue el Chelsea, que de a poco le fue hiriendo en defensa, con fulgurantes transiciones que evidenciaron la fragilidad defensiva «citizen».
Timo Werner con un remate muy suave a bocajarro, un cabezazo de N`Golo Kanté que se marchó desviado y un remate cruzado de Ben Chilwell, una autopista ofensiva por izquierda, fueron los avisos del Chelsea antes de comenzar a decantar el juego a su favor a los 42 minutos, con una explosiva salida en la que Mason Mount dejó completamente sólo a Kai Havertz ante Ederson, al que eludió para marcar a placer el 0-1. Una acción colectiva perfecta del Chelsea, que se marchaba al descanso con ventaja.
El City volvió tras las duchas con mayor ahínco en la circulación del balón en busca de los espacios que casi no halló en la primera mitad, para su desgracia, que definitivamente no los pudo encontrar. Tras dominar en tramos con posesión y en otros con una certera labor de marca en el medio con N`Golo Kanté como protagonista, el Chelsea, que ya había pasado por encima del City, recuperándole el esférico para agredirle con velocidad y dinámica, se refugió bien atrás hasta evitar del todo siquiera, una inquietud.
El City en la segunda parte, pese a la necesidad de marcar, no consiguió inquietar la muralla defensiva «Blue» impenetrable como en la mayoría de episodios de esta Champions. El Chelsea no dio opciones al cuadro de Guardiola y más bien pudo haber liquidado el juego en una contra que dilapidó Christian Pulisic. El afán y la angustia «citizen» no se tradujeron en ocasiones y finalmente, el Chelsea de forma merecida se lleva un título de Champions logrado a base de entrega, sacrificio y grandes dotes de calidad. Es su segunda conquista europea, es de nuevo la gloria para el Chelsea.