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La euforia se ha instalado en parte de la afición y la opinión pública española tras la goleada de esta tarde
7-0 sobre Costa Rica. Algo normal, teniendo en cuenta que la selección española es la que mejor fútbol ha ofrecido en todos los aspectos en lo que va de torneo. Su fútbol estético y fulgurante ha terminado por encandilar a propios y extraños que incluso, ya la ven como la principal favorita para coronarse como campeón del mundo el próximo 18 de diciembre, una
exageración total.
España, es también un país de
extremos.
Luis Enrique, viejo zorro lo sabe y es por eso que ha sido el primero en bajar la euforia. España, ha encandilado al planeta, pero lo que no debe existir es una exageración en los alardes. Le ganó a la
peor selección
hasta ahora y con todo el viento a favor.
Si, es verdad que España no se anda con tonterías. Desde el principio impuso su ley con el balón, gestó fútbol hilvanado desde el mismo comienzo a través de ese tridente lleno de imaginación y calidad como el que es Busquets, Pedri y Gavi y no tardó en encarrilar el partido con el tempranero gol de Dani Olmo, que recordó guardando las distancias al control y al gesto de Dennis Bergkamp ante el Newcastle en St. James Park en la Premier de la campaña 2001-2002. Un flashback para recordar al crack neerlandés y su gesto mágico.
Olmo abrió la sangriente brecha a los 11 minutos con un tanto magistral que dio paso a los de Marco Asensio y Ferrán a los 21 y 31. 3-0 en una primera mitad de ensueño en la que España rozó el 88 % de la posesión en cierto tramo, un escándalo en una Copa del Mundo ante un rival que lo único que hizo fue acumular fichas inertes que jamas operaron con energía ni vitalidad.
Costa Rica, apostó por un 5-4 en defensa, dejando abandonado a su suerte a su único punta; Joel Campbell el ex del Arsenal y del Villarreal entre otros, que casi ni tocó el esférico. La selección "tica" no remató a portería lo cuál es un récord negativo en mundiales y tuvo un 7 % de incidencia en campo contrario con total ineficiencia.
En defensa, el plan era cerrarle todas las vías a España y jugar de forma reactiva al contraataque. Ni lo uno, ni lo otro. Costa Rica, fue una caricatura de equipo que no tuvo intensidad física para frenar a su rival, ni tampoco tuvo calidad y espíritu para responder a la creciente desventaja. Un desempeño paupérrimo, el mayor en lo que va de la Copa del Mundo de Qatar.
España expuso todo lo contrario. Juego estético, salida hilvanada desde atrás con un Busquets imperial que impuso el ritmo que quiso en todo el partido, por las bandas mucha frecuencia ofensiva con Azpilicueta y Jordi Alba y por dentro; los Pedri, Gavi y el incontrolable Marco Asensio como "Falso 9" desarticularon a su rival. España tuvo claridad e intensidad con el balón y cuando lo perdió, fue a recuperarlo con una fuerza física descomunal. Fue un estilo adaptado a los tiempos presentes, con un fútbol asociativo y lleno de precisión.
Los datos al final del partido son concluyentes. 82 % de posesión global, 1060 pases totales contra los 231 de Costa Rica, 17 remates a portería, 7 entre los 3 palos y todos fueron gol, contra el cero de la selección centroamericana; que ni siquiera, visitó los predios de Unai Simón, que bien se pudo haber quedado en el vestuario. En el único item en el que venció la selección de Luis Fernándo Suárez, fue en el de más tackles con 21 sobre 14. Y nada más.
Fue un aplastamiento en toda regla con el beneplácito de su rival, algo que seguramente no se encontrará en lo que resta de torneo. Alemania con la necesidad de ganar será un rival acorde a su entidad y Japón como demostró hoy, no será un rival fácil de pelar.
Es por eso que las euforias, muy justas pensando en lo que queda de torneo. Luis Enrique lo sabe y no tardó en bajar el volumen de la resonante euforia generalizada. Sabe que esto no ha hecho más que empezar y para nada España es favorita, pese a golear en su debut. Lo grueso y complicado está por venir. Las curvas se aproximan y son peligrosas. La entidad de los rivales así lo señalan. Alardes, los justos.