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Pep Guardiola dijo en la previa de este fin de semana en su cita ante el Norwich.
"El Chelsea es el mejor equipo del mundo" y los de
Thomas Tuchel,
le dieron la razón
en Abu-Dhabi, venciendo en la prórroga a un
ultradefensivo Palmeiras, que se defendió de principio hasta "morir cerca de la orilla" en el extra tiempo. Un gol crucial de
Kai Havertz
desde los 11 metros al minuto 116, selló el triunfo 2-1 para la primera conquista del Mundial de Clubs por parte de los "Blues".
El Chelsea gobierna el mundo y confirma que
es el mejor con su propuesta atrevida y ofensiva.
Y es que el cuadro de Thomas Tuchel fue el que gobernó en el juego de principio a fin. Desde el inicio el Chelsea se hizo con el balón, buscando someter a su rival con un por momentos, explosivo juego por las bandas con Mason Mount y Callum Hudson Odoi. El incuestionable 3-4-3 de los "Blues" rivalizaba con un ultraconservador planteamiento del conjunto brasileño que apostó por un 4-5 sobre el papel dejando a Rony como jugador más adelantado y liberado de obligaciones defensivas. Pero tan sólo fue sobre el papel, porque el "Verdao" no se movió de un conservador 5-4 por detrás de la línea del balón con el que siempre buscó frenar el accionar ofensivo del Chelsea y en parte lo consiguió.
El Chelsea tuvo un 71 % de posesión con tramos cercanos al 80 % llevando el balón de un lado hacia otro en busca de un espacio que casi nunca encontró. Y eso que aceleraba en el último cuarto por fuera y por dentro a una defensa cerrada que defendía cerca de su portería. El Palmeiras apenas salía, buscaba la velocidad de Rony de la que pudo gozar en un par de ocasiones a lo largo del juego, pero poco más. El balón y el accionar fue del Chelsea.
Tras el empate a cero del PT, el Chelsea agudizó su dominio y a los 55 minutos, se puso en ventaja con un cabezazo lapidario de Romelu Lukaku tras un centro milimétrico de Hudson Odoi. 1-0 y el premio a su dominio que se agotó rápido ya que el Palmeiras en un pequeño arreón emparejó el resultado con un penalti indiscutible. Raphael Veiga ejecutó con precisión a los 64 y vuelta a su plan, defensa a ultranza para frenar la velocidad por fuera de Christian Pulisic y el recién ingresado Timo Werner que por izquierda fue incesantemente explosivo.
El empate a uno llevó el partido a la prórroga en donde el Chelsea incrementó su dominio y la búsqueda del gol ganador y lo encontró ya en el epílogo con una mano de Luan en el área que significó el penalti definitivo. El héroe en Oporto en la final de Champions, Kai Havertz, ejecutó al Palmeiras y le dio un merecido triunfo al Chelsea, que gana por primera vez el Mundial de Clubs para confirmar que ahora es el mejor del planeta, dándole la razón a Pep Guardiola. Triunfo merecido.