El conjunto «red» venció con autoridad al Oporto en la ida de cuartos
El subcampeón de Europa y líder de la Premier League dio otra exhibición de solidez en el duelo de cuartos de final de la UEFA Champions League y mostró su superioridad ante el Oporto (2-0) para poner pie y medio en las semifinales de la máxima competición continental.
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— UEFA Champions League (@ChampionsLeague) April 9, 2019
Los goles de Naby Keita y Roberto Firmino en el primer tiempo pusieron en ventaja al equipo dirigido por Jürgen Klopp, que dominó claramente el duelo ante el cuadro portugués, que, si bien no encajó cinco tantos como en el duelo de cuartos de final en la temporada pasada, no fue capaz de poner en apuros a los “reds”.
Antes del minuto 5 ya Anfield celebraba el primer tanto de los suyos, que a partir de entonces controlaron el balón y gozaron de las mejores ocasiones en una eliminatoria que, como se preveía, se inclinó hacia los dueños de casa en la primera batalla.
El Liverpool salió con su sistema habitual y solo echó en falta al suspendido Andy Robertson en el lateral izquierdo. Klopp colocó a su comodín James Milner en esa demarcación, mientras que optó por Dejan Lovren en la defensa en detrimento de Joel Matip. Por su parte, Sergio Conceiçao varió su plan y formó con tres centrales y cinco defensas con el objetivo de resguardarse ante el tridente ofensivo de los ingleses.
Cuando aún sonaban los ecos del “You’ll never walk alone” y del himno de la Champions ya el Liverpool tomó ventaja en el marcador. Milner abrió el campo con una proyección hacia Sadio Mané sobre la banda izquierda. Firmino abandonó, como es costumbre, la posición de delantero centro y le marcó el pase al senegalés. Acto seguido, el delantero brasileño pivoteó, se giró y dejó en posición de remate a Keita, quien desde la frontal del área aprovechó el espacio y disparó para, con ayuda de un desvío en Óliver Torres, batir a Iker Casillas. Firmino, ese ‘9’ con alma de ‘10’, una vez más jugó para sus compañeros y abrió el hueco ante una defensa súper poblada.
El gol echó por tierra el planteamiento de los visitantes que habían acudido a Anfield con el objetivo de no hincar la rodilla ante el poderío ofensivo de los “reds”. Fue discutible la apuesta de Conceiçao, ya que variar su clásica línea de cuatro en la defensa por un 5-2-3 no surtió efecto ante la movilidad del equipo inglés.
Una de las claves del partido fue la posición de Jordan Henderson, quien -como ya había ocurrido el pasado viernes en el segundo tiempo del duelo ante el Southampton- no se colocó como el vértice más retrasado del triángulo de tres centrocampistas, sino que jugó como interior, con Fabinho como cabeza de área. El capitán del Liverpool mostró su despliegue y fue un box-to-box, con capacidad para llegar al área rival, lo que sorprendió a los portugueses, que no fueron capaces de referenciarlo.
Precisamente, la movilidad de Henderson abrió el camino para el segundo tanto de los anfitriones antes de la media hora del partido. El dorsal ‘14’ se movió entre líneas y recibió el balón libre de marca en tres cuartos de cancha. Con la cabeza levantada, vio el desmarque del punzante lateral Trent Alexander-Arnold, que recibió el pase y centró con precisión para el remate de Firmino, quien esta vez sí como ‘9’ definió a placer.
Si el Liverpool, partido tras partido, domina a sus rivales, entre otras virtudes, con la intensidad aplicada al juego, por el contrario, el Oporto no tuvo la vitalidad para remontar en uno de los escenarios míticos de las islas. Sin Pepe, la defensa improvisada sufrió con las internadas de Mohamed Salah, las diagonales de Mané y la omnipresencia de Firmino. Con el balón no tuvo claridad y se limitó a buscar una y otra vez a Moussa Marega, que fue controlado por una defensa acostumbrada a lidiar con Agüero, Kane y Lukaku, y cuando no por un solvente Alisson Becker, que transmite seguridad en cada intervención y ha exorcizado los fantasmas que aparecían con Loris Karius.
Con la ventaja, el Liverpool supo contemporizar el trámite y demostró que le ha bajado la intensidad al rock and roll con acento alemán y que ha aprendido que un “clean sheet” en Europa vale tanto o más que una goleada. El Oporto no bajó la cabeza y también dio muestra que una manita como la encajada en 2018 tampoco estaba en el libreto. El próximo miércoles en Do Dragao, los lusos irán por una hazaña ante un rival que piensa en grande y, como demostró en la ida, tiene razones para soñar.
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