La solidez y la seriedad de Francia la llevó a la cúspide del fútbol mundial. La selección conducida por Didier Deschamps y liderada en el campo por el talento de Antoine Griezmann y Kylian Mbappe, se coronó en el Mundial de Rusia, en el cual ganó seis partidos, no conoció la derrota e impuso un estilo que mezcló el orden, la fortaleza física y la calidad en las zonas donde se ganan los partidos.
La final disputada ante Croacia fue el colofón del camino que recorrieron los “bleus” en la Copa del Mundo. Cuatro tantos de distinta factura y la capacidad para dominar a un rival que hasta el último minuto del partido decisivo luchó por el objetivo; sin embargo, en el estadio Luzhniki de Moscú se ratificó que los franceses fueron el conjunto más equilibrado del campeonato y lograron sumar la segunda estrella a su palmarés.
Francia progresó con el transcurrir del torneo
Francia llegó a Rusia entre el grupo de candidatos, pero fue durante su recorrido en el torneo que empezó a ratificar sus credenciales. No se dudaba del talento de una generación dorada que encabeza Griezmann y que cuenta con figuras de clase mundial en todas sus líneas, pero sí estaba por confirmarse el carácter de un grupo que hace dos años había perdido en su casa la final de la Eurocopa ante Portugal.
Con el triunfo sin atenuantes ante Croacia, los «galos» dieron un golpe sobre la mesa e igualaron la gesta lograda hace 20 años por Zidane, Thuram, Blanc y compañía. También por Deschamps, que se convirtió en el tercer hombre en la historia que gana el Mundial como jugador y como seleccionador, tras Mario Lobo Zagallo y Franz Beckenbauer. El técnico de 49 años supo contagiar a sus discípulos de ese gen ganador, del que sus discípulos dieron buena cuenta en las canchas rusas.
Antes de su victoria en la final, los “bleus” fueron ganando confianza paso a paso. En el grupo C del Mundial superaron a Australia y Perú e igualaron en un partido intrascendente ante Dinamarca, que les aseguró la primera posición. A partir de la fase de eliminación directa, por el lado más difícil del cuadro, llegó la confirmación. Superaron a Argentina en un cotejo que, pese a dominar casi en su totalidad, los puso en una situación límite cuando la «Albiceleste» se puso en ventaja en el segundo tiempo.
Esos 10 minutos -entre el 2-1 de Argentina y el empate- significaron el único lapso en el que Francia, estuvo por debajo en el marcador. Con una gran reacción anímica y futbolística, supieron remontar y, entonces, parecieron convencerse que estaban para alcanzar la gloria. Luego vino una sólida actuación ante Uruguay en cuartos de final y, posteriormente, el partido clave del torneo ante Bélgica, en el cual maniataron a la selección que mejor fútbol exhibió en Rusia y que les representó el boleto a la final.
Croacia llegó al séptimo partido de forma sorpresiva y con tres prórrogas a cuestas; sin embargo, desde el comienzo del duelo mostró que iban a por todas. Como en los partidos anteriores, los «galos» supieron aguantar las arremetidas del rival y no se sonrojaron por ceder la iniciativa y el balón. El equipo de Deschamps no vive de la posesión, sino que el planteamiento que les ha hecho campeones del mundo se basa en una buena defensa y en la lectura idónea de cada momento de los partidos.
La estrategia fue clave en el recorrido de «Les Bleus»
Las acciones a balón parado fueron un sello de identidad de los galos, y siempre con Griezmann como el ejecutor estelar para abrir el marcador: penal vs. Australia en el debut; penal vs. Argentina en octavos de final; falta lateral que cabeceó Varane vs. Uruguay; y un córner que remató Umtiti vs. Bélgica en la semifinal. El 1-0 de la final provino de una dudosa falta que fabricó Griezmann cerca del área y con su zurda mágica allanó el camino para el gol que rompió el empate. Un centro venenoso del ‘7’ fue desviado por Mario Mandzukic contra su propia portería y dejó sin reacción a Danijel Subasic. Al minuto 18, otra vez la pelota parada puso adelante a los azules.
Los balcánicos no bajaron los brazos y dieron una nueva muestra de carácter. Diez minutos después, Ivan Perisic recogió un balón en la frontal del área, lo acomodó para su pierna zurda y fusiló a Hugo Lloris. Vuelta a empezar.
Cuando parecía que ambos conjuntos se marcharían a los vestuarios con el empate en el marcador, llegó la hora del VAR. Una mano dentro del área de Perisic fue revisada por el árbitro argentino Néstor Pitana y juzgada como pena máxima. Griezmann no desaprovechó la ocasión y anotó su cuarto gol en el Mundial.
Tras la reanudación, Croacia adelantó sus líneas en busca del empate. Lloris salvó una ocasión de Ante Rebic. Y, acto seguido, Francia, que supo esperar su ocasión, la encontró con una jugada que inició Paul Pogba con un pase genial de 60 metros y el propio volante del Manchester United finalizó la jugada con un preciso remate de zurda que puso tierra de por medio y prácticamente sentenció el duelo.
Con una Croacia deshecha anímica y físicamente, al minuto 65 Mbappe, fusiló desde fuera del área y puso un 4-1 lapidario. El partido estaba para goleada, pero Lloris manchó su buen Mundial con un intento de regate temerario ante Mandzukic, que presionó y terminó enviando el balón a las redes. El resto de la final tuvo el esfuerzo admirable de los balcánicos, que intentaron otra remontada histórica, pero que mostró el oficio y la fortaleza del nuevo campeón del mundo.
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